29 junio 2012


Sobre la vida, la enfermedad, la primicia y la muerte.

Supongo que todos podemos hablar con la inocencia de vida, con el corazón en la mano, con la paja intelectual, la voz de locutor o el pecho lleno de emociones.
Esta noche se murió una parte del periodismo en la cual creía, no el objetivo, porque nunca creí que existe.
En este momento poco me importa conjugar bien los verbos y sinceramente, como futura periodista me duele ver tan poca vocación de servicio en algunos medios de comunicación, tanto arrebato por la primicia, sobre el quién lo publicó primero y quién gana más guita por ese dato.
Se ha muerto el gran Juan Alberto Badia, diganme sensible, pelotuda o pendeja, no me interesa mucho.
Se fue dejando una clase de periodismo para todos los que deseamos ser comunicadores y difusores de cosas.
No corro a nadie con una moralina, no doy clases de nada, soy una estudiante y una militante, pero por sobre todos mis roles en los que me toca jugar, persona.
Con la parca no se jode, con la enfermedad tampoco, es muy puta y traicionera.
Mas allá de mi juicio de valor acerca de las cosas que suceden en la vida, como futura profesional, no me entra en la cabeza tan poco compromiso con lo que se dice y lo que sucede. 
El 28-06-12, velamos al periodismo nefasto, que no chequea, que rueden cabezas en las redacciones.
El 29-06, despedimos Badia, que fue laburante, entrevistador, locutor, periodista, presentador de bandas desconocidas que a lo largo de los años han logrado ser exitosas (además de musicalmente maravillosas) y seguro que algo más hizo, porque va a quedar en la historia, no se si en la de todos, pero como estudiante, en este momento de mi vida y con los momentos que estamos viviendo, no quiero que todo pase como si nada. 
Y si me pongo mística, desde la bronca puedo decir con liviandad que dios no existe, porque deja que mueran los mejores de los nosotros, los simples y tontos mortales.
Me hago cargo de mis emociones, de mis convicciones y por sobre todas las cosas, de lo que digo.
Noelia Megías. 

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